domingo, 29 de julio de 2007

"El día siguiente amanció soleado. La ciudad ya estaba despierta y los niños correteaban por las calles. La hija del leñador se perdió llegando a la playa donde Kuluh dormía. Se acercó al dragón con más curiosidad que miedo. Nunca había visto uno, ni siquiera sabía que existieran de verdad. En ese momento Ku luh despertó, dos enormes ojos negros lo miraban y se alegró mucho de que estuvieran allí. La niña acarició las plateadas escamas, Ku luh respondió con un gruñido de agradecimiento. Hablaron sin palabras y aunque distintos se entendieron."

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